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La red de la ilusión

La red de la ilusión



Llamamos vida a nuestros pensamientos sobre la realidad, es decir; sobre las cosas, las circunstancias, las otras personas o sobre nosotros mismos.


Cuando nos relacionamos con la realidad, en verdad, nos relacionamos con nuestros pensamientos sobre la realidad.


Nuestros pensamientos no son significativos en sí mismos, pero son los significados que concedemos a todo.


Nuestros pensamientos son significativos… para nosotros.


A pensar, llamamos vivir.


Cuando nos relacionamos con algo o con alguien, en realidad nos relacionamos con nuestros pensamientos que refieren a algo o a alguien.


Solo nos relacionamos con nuestros pensamientos.


Solo conocemos nuestros pensamientos.


No conocemos cosas, conocemos pensamientos que hacen referencia a cosas.


Confundimos el pensamiento con su significado.


Creemos que existe la cosa que el pensamiento significa.


No reparamos en que solo es un pensamiento.


No hay nada que no sean pensamientos.


Pensamos el mundo, y lo llamamos “existencia”


Pero solo es pensar.


El pensamiento de algo otorga carácter de existencia a su significado, es decir, a lo que ese pensamiento señala.


Todo pensamiento es total, absoluto y único, y ocurre en el presente.


Pensamos que existen cosas externas a nosotros mismos, pero eso solo es un pensamiento.


Percibir es pensar.


Pensamos que existimos como individuos particulares, pero eso solo es un pensamiento cuyo significado es que hay un individuo pensando que existe.


No hay un individuo pensando que existe, sino un pensamiento cuyo significado es el de haber un individuo pensando que existe.


Existir y ser son dos conceptos equivalentes.


Cambiar, significa dejar de ser algo para convertirse en algo diferente.


Cambiar y existir son dos conceptos incompatibles.


Lo que existe, lo que es, no puede cambiar.


Lo aparente sí puede cambiar, porque es imaginario.


Imaginario significa que parece ser, pero no es.


Lo que parece ser, no es.


Ser y parecer ser son dos conceptos totalmente diferentes y opuestos.


Lo aparente no existe.


El mundo físico es aparente, luego no existe, es imaginario, una ilusión.


Las ilusiones son soportadas por las creencias.


Creer es crear… ilusiones.


Todo pensamiento es una creencia, luego es ilusorio, no tiene significado intrínseco.


Solo es real lo que existe.


Lo que existe no cambia.


Lo que existe está fuera del espacio y el tiempo, y es absoluto, total e intrínsecamente uno.


A lo que existe se le suele llamar Dios.


Dios es real.


Los seres humanos, las cosas, el mundo, son pensamientos sin significado, y son ilusorios.


Nadie piensa los pensamientos.


Los pensamientos parecen ocurrir en la conciencia.


Pero la conciencia también es un concepto imaginario.


La conciencia es la idea imposible de que puede haber algo diferente de lo que es, de lo que existe, y que puede ser conocido por lo que es.


No hay nada que no sea el ser, lo que es, que existe en la realidad, que no conoce el tiempo, el espacio, la forma o el cambio.


El ser, lo que es, no piensa; crea, se extiende.


Hay un pensamiento de que hay alguien que tiene un cuerpo, pero eso solo es un pensamiento 


Puede haber un pensamiento de que alguien tiene un cuerpo que alberga un cerebro que tiene pensamientos y que vive en el mundo, pero eso solo es un pensamiento.


Sin pensamiento, no hay cuerpo, ni cerebro, ni mundo.


La misma idea de existir como un individuo particular es un pensamiento, es el pensamiento de existir como un individuo particular.


A continuación, se presentan una serie de conceptos simbolizados de forma gráfica para entender la idea de persona, mundo personal y conciencia.


Las palabras en negrita y cursiva son verbos, que, estrictamente hablando, son impropios, pues reflejan conceptos ilusorios, no reales.


Todos esos verbos expresan acciones y eventos imaginarios.


Sin embargo, desde la ilusión, parecen muy reales.


Incluso la explicación de una ilusión es tan ilegítima e impropia como la misma ilusión que denuncia.


La conciencia es una especie de pantalla.


Esa pantalla parece una malla o red.


En la malla hay unos vectores cuya forma cambia.


Los vectores que deforman y alteran la malla son los pensamientos.


Los pensamientos próximos conforman elevaciones características de la malla; son las conciencias individuales, o personas.


Estas conciencias individuales se identifican a sí mismas con los pensamientos de que se componen.


El contenido de los pensamientos de esas elevaciones es lo que se conoce como mundo personal.


Las conciencias individuales, o elevaciones del campo de conciencia, también llamadas personas, CREEN que los contenidos de los pensamientos que las 

componen, existen, y son independientes de ellas mismas.


Así, CREAN, o proyectan, mundos ilusorios y característicos, que se asemejan entre sí porque provienen de pensamientos similares de un mismo campo de conciencia.


Los mundos personales son la expresión simbólica de los pensamientos de que se componen.


Son triplemente ilusorios, pues provienen de conciencias individuales ilusorias concebidas en un campo de conciencia, también ilusorio.


La malla de la conciencia está en una dimensión diferente a la de los mundos personales.


El campo de conciencia no existe.


La conciencia es el ámbito ilusorio en la mente del ser en el que se intenta expresar una idea imposible.


Es la idea de que existe algo diferente a LO QUE ES.


-o0o-


Los pensamientos no son verdaderos ni falsos, son pensamientos.


Los pensamientos son intranscendentes.


El sistema de pensamiento que considera reales las peripecias de este individuo imaginario se llama dualismo.


El sistema de pensamiento, que, desde el dualismo, considera que todo lo que cambia o puede cambiar es imaginario, se llama no dualismo.


Todo lo que se comenta a continuación es, obviamente, dualista.


Solo mis propios pensamientos pueden afectarme, porque no conozco otra cosa que mis pensamientos.


La vida, o mi vida –pues es lo mismo– es la gestión de mis pensamientos.


Las cosas, las personas o las circunstancias no son importantes per se, pues yo solo las conozco por los pensamientos que tengo sobre ellas.


La misma palabra importante, del latín in-portare, llevar adentro, ya indica que es el sujeto el origen de la importancia, quien concede la importancia al objeto.


La importancia no es un atributo del objeto, sino del sujeto.


Sin embargo, habitualmente, se interpreta al revés.


Aunque es obvio y evidente que la gestión de los propios pensamientos es fundamental, sorprendentemente, casi nadie se responsabiliza de sus pensamientos, ni se toma la molestia de vigilarlos, analizarlos y gestionarlos.


La inmensa mayoría de los seres humanos se pasan la vida proyectados en una realidad imaginada de la que se sienten víctimas, cuando en realidad, esa realidad es… sus pensamientos.


También es sorprendente que la gente tenga una marcada tendencia a responsabilizarse de lo que los demás piensan y sienten, y, sin embargo, no se responsabilizan de lo que ellos mismos piensan y sienten.


Como ya se ha comentado antes, las ideas son las madres de las emociones, que, a su vez, producen unos comportamientos específicos, pero hay que entender que este proceso parece ocurrir en un individuo imaginario.


La misma idea provocará emociones y comportamientos diferentes en diferentes individuos.


El ego es el ámbito donde ocurre este proceso y lo condiciona.


El ego es una especie de programación, un algoritmo, que gestiona las ideas o pensamientos propios.


Esta programación es fruto de la educación que el individuo ha recibido y del conjunto de juicios o ideas que el individuo ha albergado en el pasado.


Tanto las ideas externas como las propias modifican y conforman esta programación.


Individuos expuestos a las mismas ideas del exterior acabarán desarrollando sistemas de pensamiento similares, que se expresa con el concepto de 

pertenencia a un determinado ámbito cultural.


Los individuos de una cultura determinada se diferenciarán entre sí por la propia programación, esto es, las ideas personales que hayan incorporado a su programa, o ego.


El sistema de pensamiento de un determinado colectivo es el común denominador de la programación que comparten.


La globalización de la información facilita la creación de un sistema de pensamiento global, una cultura global.


Esto no es ni bueno ni malo, es lo que es.


Un sistema de pensamiento será bueno si consigue los fines, objetivos o principios que los individuos desean.


Este curso asume que el principio, fin u objetivo natural del ser humano es la felicidad.


El sistema de pensamiento, entonces, será calificado como sano o bueno, si lo consigue.


Si un ser humano no es feliz, eso significa que su sistema de pensamiento está mal, también podemos decir que padece una enfermedad mental.


Una mente sana es una mente feliz. 


Una mente feliz es una mente sana.


Lo mismo aplica a los sistemas de pensamiento colectivos.


Si una sociedad no es feliz, es que está enferma.


Si un ser humano o una sociedad no es feliz, es porque está gestionando mal su mente, sus pensamientos.


Existe una fortísima tendencia a pensar que la felicidad depende de las condiciones externas al individuo.


Que es necesario que algo ocurra para ser feliz.


Y eso no es así.


Lo que en realidad ocurre SIEMPRE es que solo conocemos NUESTRA VERSIÓN de lo que creemos que pasa.


Siempre nos relacionamos ÚNICAMENTE con nosotros mismos. 


Tal es nuestra naturaleza.


Se ha dicho al principio que no hay nada externo a la mente. 


La mente solo se relaciona con sus propios pensamientos, consigo misma.


Esto es obvio y muy fácil de entender, pero es muy difícil de aceptar.


La razón de que esto sea así, es porque el sistema de pensamiento colectivo lo niega y el individuo no lo cuestiona.


Decimos que los seres humanos somos sociales, que nos gusta y necesitamos vivir en sociedad.


La palabra sociedad es muy interesante. Como muchas en nuestro idioma, viene del latín, de societas, y sus componentes léxicos son socius (compañero) y el sufijo –dad (cualidad). A su vez, socius (socio) proviene de la raíz indoeuropea sek (seguir) de la que deriva signum (signo, señal), aquello que se sigue, y de ahí viene significar, designar, diseñar, enseñar y muchas otras palabras.


Así, vemos que los conceptos sociedad, significar y enseñar, están relacionados.


La sociedad enseña al individuo a dar significados.


Un componente muy relevante del ego es de origen social.


Los seres humanos de una misma sociedad comparten una programación común, su herencia cultural.


La función del ego es juzgar, es decir, dar sus propios significados a la percepción de la realidad. 


Esa es su razón de ser.


No hay concepto que el ego tenga en mayor estima que su propia capacidad para dar significado a la percepción.


Esto es lo que caracteriza la individualidad.


Ser yo significa tener mis propias opiniones sobre todas las cosas.


Y aun cuando reconocemos que estamos influidos por un componente social, reclamamos el derecho a decidir libremente en el presente.


Es posible aceptar que no podamos comportarnos de una manera determinada, pero rechazamos de manera rotunda que no podamos pensar cualquier cosa que decidamos.


Somos los amos de nuestras mentes, porque somos nuestras mentes.


Y sin embargo, en la práctica, esto no es así.


Nos vemos obligados a pensar y sentir de una manera determinada ante ciertas circunstancias de la vida, ante lo que otras personas nos hacen o nos dicen.


Si la vida contradice nuestras expectativas, sufrimos.


Si otros nos atacan con su comportamiento o sus palabras, también sufrimos.


Si nuestro cuerpo no funciona bien, sufrimos.


Decimos que el sufrimiento es malo y que no nos gusta sufrir.


Sin embargo, sufrimos.


¿Por qué?


Si solo nos relacionamos con nuestros pensamientos ¿por qué nos concedemos pensamientos que nos hacen sufrir?


O puesto en términos más simples… ¿PARA QUÉ sufrimos?


No existe una respuesta racional a esta pregunta.


El sufrimiento es un dolor emocional autoinflingido a voluntad.


Sin embargo, el ser humano de manera natural busca el placer.


La única explicación a este castigo autoimpuesto es que, con mucha frecuencia, confundimos el placer con el dolor.


Sufrimos porque creemos que es placer.


Esta sorprendente confusión es una perversión mental ampliamente extendida, y es impropia de una mente sana.


Las mentes de las personas que no son felices, que sufren, no son mentes sanas.


Teniendo la posibilidad de concederse pensamientos felices, pues son intrínsecamente libres para hacerlo así, se conceden pensamientos que les hacen 

sufrir, lo cual contradice sus auténticos intereses y su bienestar.


Solo mis propios pensamientos pueden afectarme, pues yo no conozco otra cosa que mis propios pensamientos.


En realidad, yo no vivo la vida, me la cuento.


De todas las interpretaciones posibles ante un hecho percibido, con frecuencia elegimos una que nos hace sufrir.


El porqué es evidente. 


Porque no somos Homo Sapiens, sino Homo Carentis Stultus.


El PARA QUÉ, no tiene ninguna justificación.


Es importante recordar SIEMPRE , que cuando percibimos un ataque, una dificultad, cualquier cosa que nos contraríe, en realidad nos estamos enfrentando a un juicio nuestro, a un ataque a nuestra paz absolutamente personal, efectuado por nosotros mismos, y además, arbitrario, no necesario.


Siempre es posible interpretar todo hecho percibido de otra manera.


En el capítulo anterior se sugería interpretar las dificultades como oportunidades para APRENDER, para cambiar.


Si esa estrategia nos hace felices, bien, si no, será necesario buscar cualquier otra para conseguir nuestro objetivo primordial: la felicidad.


Conviene recordar de nuevo que siempre elegimos entre tener razón y ser felices.


De hecho, tener razón no significa absolutamente nada, pues la realidad no es significativa. 


Querer tener razón no es más que obcecarse en imponer a otros nuestra interpretación de la realidad con algún obscuro objetivo.


Conviene preguntarse ¿para qué?


Cuando no estamos empeñados en imponer nuestro criterio a otros, lo hacemos con nosotros mismos de manera igualmente insensata.


Resulta patético observar cómo los seres humanos se hacen infelices a sí mismos de forma voluntaria, para luego proyectar su disgusto en algo exterior a ellos mismos.


No hay nada externo a ti.


Tú eres todo lo que conoces y la fuente de todo.


Reivindica ese derecho, ejércelo, piensa bien, Y SÉ FELIZ.


Dado que tú eres la fuente de todo significado, elige con benevolencia tus pensamientos.


Vigila y cuida tu mente.


Tus emociones son los testigos de lo que estás pensando, porque provienen de las ideas que albergas.


Tu mente, tus ideas, te pueden confundir; tu corazón, hogar de tus emociones, no.


Cuando, por cualquier razón no eres feliz, recuerda que, con toda seguridad, has pensado mal.


Dado que tu vida es algo que te cuentas a ti mismo, elige bien tus historias.


Siempre puedes reinterpretar lo que crees que te pasa en términos benévolos, las posibilidades son infinitas.


Recuerda que puedes cambiar todo juicio negativo y sustituirlo por uno que te haga feliz.


O, simplemente, perdonarlo y dejar que se vaya a la nada de donde vino.


En realidad, no necesitas ningún juicio ni ninguna idea para ser feliz; ese es un recurso para principiantes.


Basta con la propia conciencia de ser, que es pura dicha.


Pues esa es tu realidad.


Así que, SÉ FELIZ, y no te vengas con historias.


-o0o-


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