Nathan es uno de nuestros autores favoritos. Hombre sencillo, donde los haya, era tan ordinario, tan ordinario, que se podía decir de él que, ciertamente, era extraordinario. Resolvió con elegancia los conflictos inherentes a la búsqueda espiritual, y lo plasmó con precisión en este maravilloso libro suyo que aquí presentamos.
En 2014, y tras una penosa enfermedad, decidió que su cuerpo ya no servía como instrumento de comunicación efectivo y decidió abandonarlo voluntariamente. Su recuerdo y enseñanza, sin embargo, continúa con nosotros y nos inspira.
Gracias Nathan.